De todas las fiestas cordobesas, la Velá es una de las más antiguas, aunque en la actualidad ya no obedece a fines de venta, pero sí que sigue siendo un acto conmemorativo de la aparición de la Virgen en el pozo, de ahí que a la plaza (y en general a toda la zona) se le llame "el Pocito".
La leyenda dice que en 1420 un joven que pasaba por el lugar, cuando éste no era más que campo y el pozo era un tramo de arroyo junto al cual había una higuera, se le apareció la Virgen informándole de que en esa higuera encontraría oculta su imagen, y que por ello sus aguas son milagrosas y curativas.
Se supone que, desde entonces, las gentes marcharon en peregrinación para beber las aguas y ver la imagen rescatada de la Virgen. En conmemoración a este hecho se construyó el pozo y el humilladero, y el santuario, nombre del barrio.
Se data del mismo tiempo el suceso del caimán, del que se cuentan muchas variantes de una misma leyenda, aunque al parecer fue traído por un cordobés emigrado en ofrenda a la Virgen, y sin embargo la leyenda dice que lo trajeron unas inundaciones y devoró a más de un lugareño, o que se enfrentó a él el joven que encontró a la Virgen y en la lucha perdió una pierna, pero tras matar al animal lo ofreció a la Virgen, etc.
El caso es a partir del día 8 de septiembre se celebra la Velá, coincidiendo con el patronímico de la Virgen de la Fuensanta, a la que se considera copatrona de la ciudad. También se conoce al evento como la Feria de la Campanita, por ser típica de ella la venta de campanas de cerámica o la feria de Nuestra Señora de la Fuensanta. Entre nuestros amigos y yo la llamamos la Velaílla, porque dura muy poco tiempo y es muy chica, con algunas actuaciones y eventos como maratones, etc. Es, sin embargo, un buen momento para visitar el Santuario y pasar algunas noches frescas tomando algo en la calle, sin temor a molestar y disfrutando del ambiente festivo, despidiéndonos de la fiesta cordobesa que, dicho sea de paso, empieza en abril y no termina oficialmente hasta este día. No está mal la cosa ¿no?
La leyenda dice que en 1420 un joven que pasaba por el lugar, cuando éste no era más que campo y el pozo era un tramo de arroyo junto al cual había una higuera, se le apareció la Virgen informándole de que en esa higuera encontraría oculta su imagen, y que por ello sus aguas son milagrosas y curativas.
Se supone que, desde entonces, las gentes marcharon en peregrinación para beber las aguas y ver la imagen rescatada de la Virgen. En conmemoración a este hecho se construyó el pozo y el humilladero, y el santuario, nombre del barrio.
Se data del mismo tiempo el suceso del caimán, del que se cuentan muchas variantes de una misma leyenda, aunque al parecer fue traído por un cordobés emigrado en ofrenda a la Virgen, y sin embargo la leyenda dice que lo trajeron unas inundaciones y devoró a más de un lugareño, o que se enfrentó a él el joven que encontró a la Virgen y en la lucha perdió una pierna, pero tras matar al animal lo ofreció a la Virgen, etc.
El caso es a partir del día 8 de septiembre se celebra la Velá, coincidiendo con el patronímico de la Virgen de la Fuensanta, a la que se considera copatrona de la ciudad. También se conoce al evento como la Feria de la Campanita, por ser típica de ella la venta de campanas de cerámica o la feria de Nuestra Señora de la Fuensanta. Entre nuestros amigos y yo la llamamos la Velaílla, porque dura muy poco tiempo y es muy chica, con algunas actuaciones y eventos como maratones, etc. Es, sin embargo, un buen momento para visitar el Santuario y pasar algunas noches frescas tomando algo en la calle, sin temor a molestar y disfrutando del ambiente festivo, despidiéndonos de la fiesta cordobesa que, dicho sea de paso, empieza en abril y no termina oficialmente hasta este día. No está mal la cosa ¿no?
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