En esta noticia (ya sé que no es noticia, porque no es de hoy) se dice que han sido descubiertos unos restos de la Vía Augusta en la calle Alfonso XIII, durante las obras de saneamiento del alcantarillado. Concretamente se trata del decumanus maximus (nombre de la vía a su paso por la ciudad) en sentido perpendicular a la calle, cruzándose en ese tramo con el cardus maximus, lo que podría indicar la proximidad del foro (eso y la presencia del templo, claro).
No puedo abstenerme de opinar, a pesar de que en Córdoba siempre resulta polémico cada resto que aparece. La mayoría de los ciudadanos está harta de encontrarse con restos que paralizan y obstaculizan la construcción de cualquier edificio o las obras de saneamiento de cualquier trazado, y eso no puede negarse, es cierto. Sin embargo, ¿cuándo ha impedido un resto arqueológico la construcción de algo en Córdoba? Oyendo hablar a más de uno pareciera que Córdoba es una ruina arqueológica en la que nadie puede vivir, cuando lo cierto es que se trata de una de las ciudades más antiguas y fastuosas de Europa y apenas quedan vestigios de ello. Hablando en términos turísticos, de hecho a Córdoba le falta un recorrido en condiciones y una verdadera ruta en la que se pueda apreciar, no ya el esplendor de la antigua capital de la Subbética, sino el de emirato y califato musulmanes.
La prueba más feaciente - y triste- de ello ha sido y será el palacio de Cercadillas, que podría probar hasta qué punto Córdoba fue un referentedurante el periodo de la cristianización del Imperio Romano, con el obispo Osio, a principios del siglo IV d.C. (sigo la teoría de Ramón Corzo, no la oficial que data el palacio en la época del emperador Maximiano). Se trata de un edificio martirial dedicado a San Acisclo, construído por orden del obispo Osio, el hombre más influyente y poderoso del mundo conocido, después del propio emperador Constantino I, y cordobés. Esta construcción supuso un modelo para otras del mismo estilo en España.
Su importancia para poder escribir la Historia de la ciudad (y de nuestra civilización) está fuera de duda, porque este edificio nos contaría más que muchas crónicas de la época, a menudo tan poco fiables como lo fue la Arqueología en sus inicios. Desde el punto de vista turístico, podría suponer un buen enclave que promocionar, quizás a la altura de Medina Azahara y, sin embargo, más del 60% del total fue destruído para albergar las obras del AVE en 1991 .
Una no pretende afirmar que no es beneficioso el AVE para la ciudad, pero ¿no se podía haber hecho una excepción con semejante yacimiento y buscar otro lugar para la estación? Se ha perdido mucho; la Historia es muy frágil, a nada que uno se descuida la memoria es polvo y lo que un día fue, ha pasado a no existir. Es un error pensar que evolucionar y progresar significa destruir y sacrificar: el verdadero progreso es integrar.
No puedo abstenerme de opinar, a pesar de que en Córdoba siempre resulta polémico cada resto que aparece. La mayoría de los ciudadanos está harta de encontrarse con restos que paralizan y obstaculizan la construcción de cualquier edificio o las obras de saneamiento de cualquier trazado, y eso no puede negarse, es cierto. Sin embargo, ¿cuándo ha impedido un resto arqueológico la construcción de algo en Córdoba? Oyendo hablar a más de uno pareciera que Córdoba es una ruina arqueológica en la que nadie puede vivir, cuando lo cierto es que se trata de una de las ciudades más antiguas y fastuosas de Europa y apenas quedan vestigios de ello. Hablando en términos turísticos, de hecho a Córdoba le falta un recorrido en condiciones y una verdadera ruta en la que se pueda apreciar, no ya el esplendor de la antigua capital de la Subbética, sino el de emirato y califato musulmanes.
La prueba más feaciente - y triste- de ello ha sido y será el palacio de Cercadillas, que podría probar hasta qué punto Córdoba fue un referentedurante el periodo de la cristianización del Imperio Romano, con el obispo Osio, a principios del siglo IV d.C. (sigo la teoría de Ramón Corzo, no la oficial que data el palacio en la época del emperador Maximiano). Se trata de un edificio martirial dedicado a San Acisclo, construído por orden del obispo Osio, el hombre más influyente y poderoso del mundo conocido, después del propio emperador Constantino I, y cordobés. Esta construcción supuso un modelo para otras del mismo estilo en España.
Su importancia para poder escribir la Historia de la ciudad (y de nuestra civilización) está fuera de duda, porque este edificio nos contaría más que muchas crónicas de la época, a menudo tan poco fiables como lo fue la Arqueología en sus inicios. Desde el punto de vista turístico, podría suponer un buen enclave que promocionar, quizás a la altura de Medina Azahara y, sin embargo, más del 60% del total fue destruído para albergar las obras del AVE en 1991 .
Una no pretende afirmar que no es beneficioso el AVE para la ciudad, pero ¿no se podía haber hecho una excepción con semejante yacimiento y buscar otro lugar para la estación? Se ha perdido mucho; la Historia es muy frágil, a nada que uno se descuida la memoria es polvo y lo que un día fue, ha pasado a no existir. Es un error pensar que evolucionar y progresar significa destruir y sacrificar: el verdadero progreso es integrar.
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