25/10/10

NO OIGO, NO ESCUCHO.

He eliminado las tres últimas entradas porque he estado reflexionando y creo que he sido muy poco slow ultimamente, con esto de la lactancia.
Al final todo se reduce a una decisión entre madre e hijo, no en militar en política. ¿Por qué digo esto? Porque desde lo del diario El Mundo (lo siento, no pienso poner enlaces, tampoco soy tonta) me ha empezado a dar miedo algo más aparte de lo que se dice en sus dos artículos, y es la palabra "lactivista". Es terrorífico pensar que el hecho de amamantar me convierte en activista de algo. Por muy horrible que me pueda parecer un mundo de hijos criados por el biberón, eso no deja de ser un pensamiento íntimo (ahora no tanto), y mi única manera de cambiar algo pasa únicamente por dar el pecho a mi bebé y ayudar en el futuro a alguna otra madre si es que me lo pide.
Otra cosa son los grupos de lactancia, la información de pediatras y de la comunidad científica, la difusión y la recomendación, pero no pienso formar parte de grupos radicales que se dedican a censurar todo aquello que "huele a".
Ahora puede haber motivos, pero corremos el peligro de convertirnos en eso que son ahora las feministas tipo Lidia Falcón o Amparo Rubiales, tan seguras de que han liberado a la mujer que la han hecho esclava de sus convicciones.

1/10/10

CRIAR, EDUCAR, AMAR

Últimamente estoy leyendo a Carlos González que sí, es verdad, es un pediatra porque últimamente no hago más que ser madre y demostrarlo (al que no le guste que se fastidie).
Es experto en lactancia materna y aparte de publicar libros se dedica a formar a otros pediatras en esa misma materia. Además de todo eso es de los máximos exponentes en crianza con apego en paises hispanohablantes.

Me gusta como piensa, sus argumentos y la didáctica que emplea para explicarlos, aunque hay cosas en las que discrepo con él, la lo comentaré en otra entrada.

Ha dado conferencias aquí en Córdoba que desgraciadamente me he perdido. En ellas habla de la crianza con apego, que consiste llanamente en querer a tu hijo y demostrárselo, en no poner límites absurdos y confiar en las necesidades y tempos de la criatura, por ejemplo, a la hora de comer y probar nuevos alimentos, cantidades...

Contar todos los aspectos que cubre su pedagogía me daría para varias entradas, por lo que me basaré en los que afectan a la filosofía slow:

  • Es inútil regañar a un niño porque no quiere comerse todo el plato de comida: si he confiado en él para tomar el pecho a demanda, lo mismo tengo que hacer para comer alimentos variados.
  • Lo mismo digo con el tipo de alimento: si no quiere la fruta es que probablemente no necesita la fruta. Ningún niño rechaza lo que su organismo necesita imperiosamente, lo que sí debo hacer es ofrecérsela siempre que pueda para que la obtenga cuando la necesite.
  • Un niño que come de lo que se le acerca con una cuchara no come, es alimentado. Para que aprenda a comer es necesario que coja él mismo la comida y se la lleve a la boca (si lo que queremos es que aprenda a comer, claro)
  • Un niño que llora siempre necesita algo. Los niños no lloran porque sí, otra cosa es que a nosotros nos parezca razonable el motivo, lo que carece de la más mínima importancia.
  • La mejor forma de consolar a un niño es abrazándolo o cogiéndolo en brazos.
  • Lo mismo digo para dormir.
¿Y cuáles podrían ser nuestros argumentos en contra? 
  • El niño tiene que comerse el plato entero, porque así sé que está totalmente alimentado y me quedo tranquilo
  • El niño tiene que comer de todo, porque si no creo que está mal alimentado y no estoy tranquilo.
  • Al niño le doy yo de comer, así no me lo mancha todo y no se mancha él. Le doy triturado porque así me quedo tranquilo de que no se ahoga.
  • El niño mejor que se acostumbre a no estar en brazos, que si no me tiene pringado todo el día y no hago nada (verdadero argumento de los que dicen que el niño tiene que aprender a ser independiente)
  • El niño mejor que aprenda a dormir solo, aunque llore, porque así descansamos todos y aprende a dormir sin pringarnos a nosotros todo el rato.
¿Se ve la idea? Yo sí, yo quiero tener hijos, pero que no me pringuen, que no me necesiten, que no me molesten. ¿Y por qué? Porque trabajo, salgo con los amigos, compro, llego tarde, el móvil, la serie que me gusta, no tengo tiempo, a las ocho el baño, a ver si a las diez te has dormido ya... A todos nos pasa, todos la cagamos en este tema: el gran abismo que se abre entre querer ser padres y ser padres realmente. Compatibilizar el tiempo que le dedicamos a la vida con el que le dedicamos a los hijos... ¿Nadie más ve lo absurdo de esta frase?

Yo sí, porque si Victor es hijo mío a tiempo completo, ¿por qué tengo que ser su madre a tiempo parcial?