Aunque en España se celebra a partir del primer domingo de octubre, en el resto del mundo ayer comenzó la Semana Mundial de la Lactancia Materna.
Para participar de esta celebración, quiero volver a recordar algunos beneficios de la lactancia materna.
Los más importantes, pero no los únicos, son la transmisión de anticuerpos de la madre al bebé, el aporte necesario y justo de nutrientes adaptados al bebé en las diferentes etapas de su desarrollo, así como en las diferentes horas del día. Protege de enfermedades y evita otras futuras, como la hipertensión, el colesterol o la diabetes de segundo grado, pero también enfermedades e incidencias del bebé, como la muerte súbita, los resfriados, la diarrea, el asma, diversas alergias, la obesidad infantil...
Desde el punto de vista del desarrollo evolutivo, favorece el equilibrio de la psique en cuanto a la afectividad, la autoestima, la capacidad de concentración, etc. y potencia la capacidad intelectual. Contrariamente a lo que se creía hasta hace poco, el contacto con la madre no hace del niño un ser dependiente y débil, sino seguro de sí mismo, porque parte de un punto de apoyo firme que nunca le falla, desde el que se impulsa.
En cuanto a la madre, el útero vuelve a su posición normal con más rapidez y eficacia después del parto, previene el cáncer de mama y de ovario, la osteoporosis, la anemia y la depresión posparto.
La iniciativa de la Semana Mundial de la Lactancia es de la OMS y UNICEF, que con ocasión de la misma publican los diez pasos para la lactancia materna eficaz, donde destaca la necesidad de informar y fomentar adecuadamente este tipo de lactancia a través de los centros médicos.
